La utilización de buques para la creación de arrecifes artificiales ha sido
una práctica muy generalizada en algunos países; principalmente, Estados Unidos, Canadá, Japón, Australia o Nueva Zelanda.
En la mayoría de los casos, estos pecios hundidos intencionalmente han sido destinados como atractivo turístico para el submarinismo. En otras ocasiones, se ha combinado su función recreativa con la de regeneración artificial en zonas deterioradas, propiciando estructuras
sobre los que pudieran desarrollarse animales, plantas y comunidades que necesitan sustratos duros para su fijación.
Esta práctica ha estado llena de sombras y luces, ya que, en algunas ocasiones, los pecios utilizados no tenían las características más óptimas para estos propósitos por no haber sido propiamente limpiados de componentes tóxicos o por ser situados sin ningún tipo de criterio
ambiental. Tampoco existe un consenso científico sobre las ventajas que pueden ofrecer desde un punto de vista de recuperación del medio ambiente deteriorado, puesto que en muchas ocasiones no se ha realizado un seguimiento del impacto, ya sea positivo o negativo, que estas estructuras ofrecen. Continue reading